HAY QUE REFORMAR MOTORES DE DESARROLLO EDGAR MORIN
Edgar Morin es el último pensador francés vivo de talla mundial. Nacido en 1921, Morin ha atravesado, pensado y sobrevivido a todas las crisis, guerras mundiales y revoluciones del siglo XX y comienzos del siglo XXI.
Su obra, traducida a decenas de idiomas, comporta más de 60 libros, entre los que figuran 6 tomos de la obra magna, “El Método”, y el best seller de la UNESCO “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro”. Su último libro, “La vía para el futuro de la humanidad”, ha sido publicado en París en 2011 por Fayard y traducido al castellano por Paidós, y será motivo de análisis en Lima y Bogotá.
– ¿Maestro, en qué ánimo y con qué finalidad prepara este “periplo andino”?
Con emoción, responsabilidad y solidaridad. Un grupo de amigos y lectores atentos a mi obra han querido organizar sucesivamente en Lima y Bogotá dos congresos inspirados en mi último libro “La Vía para el futuro de la humanidad”. La finalidad del “periplo andino”, como usted dice, es la de compartir reflexiones que impulsen reformas sociales, económicas, políticas, educativas inspiradas en los conceptos y el método del Pensamiento Complejo y del pensamiento del sur, es decir, reformas que se piensen en conjunto y religadas entre sí. Dado que las reformas tienen perfiles diversos y temporalidades diferentes, no se pueden hacer de manera separada. Ahí está el principal desafío: reformar requiere sopesar la diversidad de intereses, historias y costumbres, mentalidades, espacio y tiempo. El jefe político, el empresario, el educador, cada ciudadano debe tomar conciencia de esa “unidad en la diversidad” propia al giro reformatorio y ser a su vez actor crítico, teórico y práctico, pues no hay reforma económica ni social sin reforma política, y sin reforma del pensamiento o educativa; y tampoco hay reforma vital ni ética posible sin reforma de las condiciones económicas y sociales, y viceversa.
– Se habla de reforma desde que se habla de política y de ética. Es decir, desde la antigua civilización greco-romana, pasando por el cristianismo, el renacimiento europeo, las revoluciones de la Modernidad, desde que se busca pensar en la mejor manera del buen gobierno y del buen vivir. ¿En qué consiste, en estos comienzos del siglo XXI, la reforma que propone el Pensamiento Complejo?
Creer que el Pensamiento Complejo es el nuevo “esquema mental” o el “new age” epistemológico puede ser sugestivo; es en realidad ilusorio y hasta ideológico. La alerta contra la tentacion de clave global o piedra filosofal es tan antigua como lo es la historia del pensamiento. En la Antigua Hélade existió también la complejidad -recuérdese a Heráclito, un presocrático llamado “el obscuro”, un pensador de los contrarios complementarios-; pero también existió el Pensamiento Complejo en la Cábala judía o en el yin-yang, contrarios que armonizan el universo en la antigua China.
Ahora bien, reformar para salir de una crisis no basta; se necesita ante todo el cambio regenerador que trae la metamorfosis. Esto puede parecer únicamente tema de reflexión y de filosofía; en realidad es vida activa y juicio práctico. Dar consejos es también un arte antiguo que requiere prudencia y discreción. La piedra de toque entre la teoría de los consejos y la práctica de la acción es la realidad del contexto. De nada vale predicar si no se aplica. Y de nada vale aplicar sin predicar, es decir sin explicar, exponer, persuadir; sin poner en relación tradición y modernidad; sin religar saberes, competencias, aptitudes.
Hace 25 siglos, Siracusa sufría el peor mal político que pueda sufrir una sociedad: la guerra civil. Platón se atreve entonces a escribir dos cartas que se volvieron famosas para dar a los sicilianos de entonces consejos políticos, éticos y prácticos, inspirados en la filosofía platónica. Palabras más, palabras menos, el gran filósofo propone que los jefes políticos empiecen por reformarse así mismos, es decir: por ser los primeros en someterse a las leyes, a la división de poderes de las diferentes instancias confederadas en una constitución de buen gobierno, por ser ejemplares. Yo entiendo que toda reforma requiera dieta y régimen individual; según el carácter y el contexto; luego toda reforma implica tanto la intimidad individual, como la privacidad familiar, la sociabilidad de la plaza pública y la visión planetaria. Por eso una crisis culinaria o local conlleva una crisis mundial o global. Y una crisis global se convierte en un problema privado en la cocina donde falta la comida para cada uno. Lo político involucra lo ético y lo ético condiciona lo político. Individuo, sociedad, especie, son tres en uno permanentemente.
Constato hoy que nosotros, los habitantes del mundo occidental u occidentalizado, sufrimos, sin ser totalmente conscientes de ello, dos tipos de carencias cognitivas que requieren cura o reforma: la ceguera propia de un modo de conocimiento que, al compartimentar los saberes, desintegra los problemas fundamentales y globales que exigen un conocimiento interdisciplinar; y el occidental, o centrismo, que nos coloca en el trono de la racionalidad y nos da la ilusión de poseer lo universal. Por eso me interesa particularmente el contexto del mundo andino, pero asimismo el mestizaje brasilero y la negritud del archipiélago del Caribe, pues han sido laboratorios de Pensamiento Complejo, porque han sido cruce de civilizaciones y culturas de una riqueza extraordinaria entre continentes: Europa, América, África, Asia.
Volviendo a su pregunta, la reforma que propone el Pensamiento Complejo es ante todo la de una concepción de la reforma como tal. Más o menos de lo mismo no tiene sentido para salir de una crisis. Toda reforma unívoca y cuantitativa está condenada, en el mejor de los casos, al círculo vicioso. La realidad es que reformar es un arte que requiere una visión multifocal y la toma en cuenta de saltos cualitativos. Es decir, lo que se busca es lo diferente y no más ni menos de lo mismo. Por eso, el Pensamiento Complejo muestra que la reforma efectiva solo existe de manera plural, interdependiente y solidaria; y que las reformas son a su vez institucionales, económicas, sociales y mentales o educativas.
– En su libro “La Vía para el futuro de la humanidad”, publicado en París en 2011, usted propone 7 reformas para ir en camino de dicho futuro, como lo hiciera en 1999 cuando la UNESCO lo invitara a pensar la reforma educativa y usted propuso “7 saberes necesarios a la educación del futuro”. ¿Cuáles son esas 7 reformas y cuál es el método para llevarlas a cabo?
Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el advenimiento durante los años 1990 de Internet, cuatro motores sin control, inspirados por el liberalismo capitalista financiero, impulsan a la catástrofe el desarrollo globalizado de la nave espacial Tierra: la ciencia, la técnica, la economía y la industria. Pero también somos libres de tomar conciencia y de constatar que en la base de las sociedades civiles de muchos países, hay múltiples iniciativas dispersas que apuntan a combatir ese tipo de mentalidad alienada por lo cuantitativo y lo expotencial; a combatir la degradación de la atmósfera, los monstruos del egoísmo, el odio, la corrupción, el desarrollo tecno-económico ciego y anónimo, desconectado del entorno ambiental, social y cultural, los conflictos étnico-político-religiosos. Esas iniciativas son marginales, como lo fueran en su momento los grandes movimientos de transformación, regeneración y emancipación en la historia de la humanidad. La ola desaforada técnico-científico-económico-industrial conduce el planeta a la destrucción, y lo mantiene en la edad de hierro, pero esperamos que eso sea también la era prehistórica de una sociedad-mundo.
Parece cada vez más evidente que, para sobrevivir a esta edad de hierro planetaria, la humanidad tiene que cambiar de vía de civilización y de motores de desarrollo. Pero además de reformas, dicho cambio de vía requiere una metamorfosis o giro civilizatorio, como cuando la humanidad descubrió la rueda o la imprenta, o la conciencia, o cuando nuestro ancestro antropoide se transformó en homínido y desarrolló el cerebro con el lenguaje y la cultura. Si en todas las sociedades se asocian vías reformadoras, que son interdependientes, entonces tal vez emerja en este siglo XXI la vía para el futuro de la humanidad. En mi libro sobre la “identidad humana” (El Método V – La humanidad de la humanidad, Paris, 2001), propuse salvar a la humanidad realizándola, es decir, proseguir el proceso de hominización del mamífero que somos en humanización. Las reformas son de mucho tipo. He identificado en la Vía aquellas que tienen que ver con la política o el manejo del poder; con la economía o el manejo de las riquezas; con la sociedad o la organización de las instituciones; con el pensamiento o la organización de los conocimientos y competencias; con la educación o la relación fundamental entre la tradición y la modernidad; con la vida o el entorno humano y ambiental; con la ética o la relación del bien y del mal. El método consiste en llevar a cabo estas reformas de manera conjunta, complementaria e interconectada, asumiendo las relaciones complejas que implican y la lógica de bucle recursivo en donde los efectos retro-actúan sobre las causas, y donde los productos son en sí mismos productores de lo que los produce.
– ¿No le parece titánico, casi sobrehumano, ese desafío? ¿No cree usted que el hombre, “gloria y desecho del universo”, “imbécil gusano de tierra”, como decía Pascal, con tanta dificultad para salvarse a sí mismo, sea en definitiva incapaz de salvar a la humanidad?
El misterio está ahí, como todo lo esencial, evidente y ante las narices de cada uno de nosotros. Por eso considero la reforma del individuo o ética como el punto capital de toda reforma humana. Le dediqué enteramente el último libro de mi obra El método, pues de nada sirve regular los sistemas financieros si los individuos siguen siendo corruptos, ambiciosos y egoístas, de nada sirve reformar la educación, la sociedad y la política, si los individuos siguen siendo un lobo el uno para el otro, un tramposo, un mentiroso, un traidor. El futuro de la humanidad ha estado, está y estará en el corazón y en la mente de cada uno de nosotros, pues cada individuo es todo y parte de la humanidad. Por eso, siempre he dicho que el mayor reto para los políticos, los padres de familia y los maestros reside en la educación para la generación del futuro.
*Filósofo franco-colombiano, exsecretario general de la Asociación para el Pensamiento Complejo en París, miembro fundador del Instituto de Pensamiento Complejo Edgar Morin, de la universidad Ricardo Palma en Lima y de la Corporación COMPLEXUS para el desarrollo en Bogotá.
Cambio de vía
“La idea de metamorfosis, más rica que la de revolución, contiene la radicalidad transformadora de ésta, pero vinculada a la conservación (de la vida o de la herencia de las culturas). ¿Cómo cambiar de vía para ir hacia la metamorfosis? Aunque parece posible corregir ciertos males, es imposible frenar la oleada técnico-científico-económico-civilizatoria que conduce al planeta al desastre. Y sin embargo, la historia humana ha cambiado de vía a menudo. Todo comienza siempre con una innovación, un nuevo mensaje rupturista, marginal, modesto, a menudo invisible para sus contemporáneos. Así comenzaron las grandes religiones: budismo, cristianismo, islam. El capitalismo se desarrolló parasitando a las sociedades feudales para alzar el vuelo y desintegrarlas”. Edgar Morin (En “Elogio de la metamorfosis”, 2010).