En 2010, el planeta continuó su loca carrera propulsada por el motor de tres caras, mundialización-occidentalización-desarrollo, que alimentan la ciencia, la tecnología y la ganancia sin control ni regulación.
La unificación tecno-económica del globo prosigue, bajo la férula de un capitalismo financiero desenfrenado, pero ella sigue provocando una reacción en cadena de los “re-ensamblajes” étnicos, nacionales, religiosos, que implican dislocaciones y conflictos. Libertades y tolerancias van en regresión, fanatismos y maniqueísmos van en progresión. La pobreza se ha convertido no solamente en una estrecha comodidad de clase media para una parte de las poblaciones del globo, sino sobre todo en inmensas miserias relegadas en enormes villas de emergencia.